balbuceando un no sé qué.
Aplaudiría por esa forma
de expresar tus sentimientos.
Jugué con mi indiferencia
al escuchar tus quejas y lamentos
Juré que te devolvería
este insomnio y sufrimiento.
Las sábanas grises y tu perfume en mí.
Sutíles movimientos y una mirada pausada me hacen olvidar lo pasado.
Viéndote hermosa y aún tu sombra en el umbral del camino,
antes de tomar el desvío.
No te ibas a matar, lo pensaba igual
te sentía entre mis brazos y te envolvía
y la ceremonia se hizo pacto
y el pacto un final.
Entre unas tristes flores salvajes
de una orilla cualquiera
yacías estática, mirada perdida y sin razón
mientras la noche amanecía.
Sin consuelo comprendía
que tu crepúsculo
era mi día.
Gastón Acevedo Gayraud
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